Otro relato de terror que se inserta en el Ciclo de Halloween con el que celebramos esta festividad es Muddle, escrito por Daniela Bayona Jiménez, de 3ºC de ESO, que nos cuenta la aventura de un grupo de amigos que se adentran en una mansión y se encuentran con una bruja que roba la energía de la gente y una planta que habla y que resulta ser…
MUDDLE
por Daniela Bayona Jiménez
El relato comienza un 31 de Octubre por la noche; cuando comienza a brotar una planta en la mansión de Neferet (cuyo significado procede del egipcio y significa «bella mujer»), la más fea, cruel, temida y poderosa bruja de todo Chesterfield. Ese mismo día nació Robert, un niño curioso y muy miedica.
Pasaron los años y la planta creció de una forma muy extraña: tenía como una cabeza, y… un cuerpo; aunque no tenía ni piernas ni pies pero parecía que le iban a crecer. Robert también creció, pues habían pasado 12 años. Él, como todos los días a las ocho y cuarto de la mañana, se iba al colegio, pero, cuando volvía, sentía una extraña sensación. Cada día que pasaba, las calles estaban más vacías; y él escuchaba gritos, como gente pidiendo socorro; además escuchaba una vocecilla que le decía:
-¡Ayúdales!
Le preguntó a su amigo Simmon:
-¿Oyes eso?- Y Simmon le dijo que no. También sentía como si alguien le persiguiera; cada vez que se giraba veía una sombra y le entraban escalofríos. Simmon le preguntaba:
-¿Estás bien?
-¡Sí, sí, no es nada! -Pero en realidad, estaba muerto de miedo.
Un día, mientras estaba jugando al frisbee en el parque, se desmayó; perdió el control de su cuerpo y se cayó. Lo llevaron al hospital. Allí estuvo en coma como unas dos o tres horas y de repente se despertó.
-Todo perfecto- le dice una enfermera. Simmon le dijo:
-¡Menudo susto nos has pegado! ¡Fue como si te hubieran electrocutado!
Sus amigos sabían que era muy miedica y siempre se burlaban de él. Días antes de Halloween le dijeron:
-¿A que no te atreves a ir a la mansión de Neferet? -Y Robert , como se estaban burlando, se quiso hacer el valiente y aceptó.
Llegó la noche del 31 y él y sus amigos se fueron a pedir caramelos y después irían a la mansión de Neferet.
Llamaron a la primera casa y nadie abrió la puerta. Llamaron a la segunda casa y tampoco contestó nadie. Hasta que… al llamar a la tercera casa, la puerta se abrió sola y a pesar del miedo que les dio entraron. La casa estaba a oscuras y se escuchaba a alguien trajinando en la sala de estar. Nadie se atrevía a mirar allí, así que, los demás empujaron a Robert. Cuando se asomó, vio a un hombre encapuchado y se asustó. Robert se quiso ir sin hacer ruido, pero al girarse, presintió que el hombre le estaba mirando. Para comprobarlo se quiso girar otra vez y vio cómo le miraba una capucha andante; porque no se le veía ni el cuerpo ni la cabeza, solo se veía que tenía piernas y pies. Robert estaba temblando tanto que parecía gelatina, no le dio tiempo ni de gritar porque, de repente, el encapuchado salió corriendo a la velocidad de la luz. Todos estaban asustados y asombrados ante lo que acababa de pasar. Por eso, se fueron rápidamente a sus casas y se olvidaron de ir a la mansión de Neferet.
Nadie podía dormir pero Robert sí se durmió aunque un poco asustado. Entró en un sueño profundo, en el que soñaba con una planta pero no le dio tiempo a más, porque poco a poco se iba despertando al oír otra vez esa voz que decía:
-¡Ayúdales! ¡Están en peligro! -Pero esta vez además dijo:- Soy yo. El de la casa.
Cuando se despertó, tenía delante la cara de un ser raro, una planta con cabeza y cara y… Se pegó tal susto que el corazón le iba a mil. Se levantó de la cama rápidamente y se aprisionó contra la pared. Él no podía creer lo que estaba viendo, una planta con aspecto humano y ¡la planta le estaba hablando!, pero… además, sin mover la boca. Le estaba hablando como con la mente. Robert hiperventilaba e iba a chillar pero la planta se dio cuenta, le tapó la boca y lo tranquilizó diciéndole:
-Cálmate; ya sé que soy una planta con aspecto humano pero soy inofensiva. No te haré daño, solo quiero que me ayudes a ayudarles.
Robert le hizo muchas preguntas:
-¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Qué clase de planta eres? ¿Por qué leo tu mente? ¿Cómo sabías que podía hacerlo?
Él le respondió:
-Soy una enredadera y no tengo nombre. Vengo de la mansión de Neferet, ahí es donde nací, en ese jardín tenebroso sin ninguna planta. Soy una planta mágica y nacimos el mismo día, ¿no?
-¿Sí? -Respondió Robert.
– Por eso puedes entenderme -dijo la planta.
-Con que eras tú; y dices que no tienes nombre… ¡Te llamaré Muddle!
-De acuerdo -respondió la planta.
-¿Y qué era eso que decías de ayudarles?
-Ven y te lo enseñaré -dijo Muddle (significa lío o desorden) susurrando.
Robert llamó y reunió a todos sus amigos y se los presentó diciendo:
-Chicos, este es Muddle -mientras, Muddle se quitaba la capucha. Y, al igual que Robert, todos se asustaron. Robert les explicó que venía de la mansión de Neferet, que era inofensiva y solo venía a ayudar; que a él también le resultaba difícil de creer. Simmon dijo:
-¿A ayudar a qué?
Robert le dijo al oído:
-Verás, recuerdas que hace tiempo, mientras subíamos a casa, te pregunté si escuchabas eso y tú me preguntaste si me pasaba algo.
-Sí.
-Pues resulta que escuché gritos y sentía que alguien me perseguía; y el de la casa era él. Así que, creo que tengo pistas, como esas, para saber qué pasa o qué me pasaba.
Pusieron rumbo a la mansión de Neferet. Tuvieron que pasar un bosque oscuro. Se escuchaban cuervos, había niebla y los árboles hacían un camino, también, parecían tener cara y seguirte con la mirada; la luna iluminando el camino con su luz… Todas esas cosas lo hacían aún más terrorífico. Pasó una hora hasta que llegaron.
Y al fin llegaron. Todos iban juntos y pegados los unos con los otros del miedo que tenían. Muddle se escondió y ellos llamaron a la puerta, pero antes de llamar se escuchó una risa malvada de bruja. Simmon dijo:
-¿Estás seguro de esto? -Y Robert respondió:
-¡No me hagas cambiar de opinión! -chillando de lo nervioso y aterrorizado que estaba.
Al llamar, les abrió la puerta una mujer vieja, arrugada, bizca y con artrosis, tanto que parecía tener pelotas de ping-pong en las manos. Todos echaron a correr hasta no poder más; corrieron hasta salir del bosque. A todos les faltaba el aliento. Se pusieron a hacer recuento y ¡Simmon no estaba! Robert no se lo pensó y volvió corriendo al bosque a rescatarlo. Él no lo sabía pero le estaba haciendo frente a sus miedos. Muddle también fue y entre los dos sacaron a Simmon, que estaba siendo absorbido por el cieno. Tuvieron que ingeniárselas para sacarlo. Utilizaron como palanca un árbol caído hacia el pantano donde estaba Simmon: él se subió en un extremo y Robert y Muddle en el otro.
Al día siguiente sus amigos no paraban de presumir de que habían ido a la mansión de Neferet, cuando ni siquiera entraron. Robert no hacía más que preguntarse sobre qué es lo que pasaba y si tenía algo que ver con Neferet. Por ello, fue al cobertizo y buscó libros sobre brujas, hechizos… (porque a su madre le gustaba mucho leer y siempre había querido predecir el futuro). Mientras, Muddle apareció de repente:
-¿Qué haces, Muddle?
Robert dio un respingo.
-¡Qué susto! ¡Si no quieres que me muera, no hagas más eso! Estoy informándome.
-¡Te ayudaré!- Dijo Muddle.- ¡Aquí hay uno que te puede interesar! -Encontró uno que decía «luna llena». Y decía que era cuando las brujas solían hacer sus conjuros… Robert no dudó en buscar en el calendario cuándo era el siguiente día de luna llena; miércoles 1. “¡Esta noche!”, se dijo en su mente.
Robert se preparó su mochila, metió un bolígrafo y una libreta, una botella de agua, unas linternas, una cuerda por si pasaba algo, etc. Llamó a Simmon para que le acompañara y sobre las ocho y media de la noche se fueron a la mansión. Entraron por la puerta trasera que Muddle le dijo a Robert que había. La puerta estaba en el suelo y tenía puesto un candado así que tuvieron que buscar la forma de abrirlo. Probaron con el bolígrafo, una rama fina que había al lado de la puerta, un clip… pero no se abrió. Así que Simmon le estuvo dando vueltas al asunto y dijo:
-Chicos, si la casa es de una bruja, a lo mejor está protegida con magia, ¿no?
-¡Eso es, Simmon! -Dijo Robert
-¡Podíais habérmelo preguntado a mí! -Añadió Muddle. Como Robert se trajo el libro de hechizos de brujas de su madre, probaron.
-A ver, a ver; hechizo para abrir candados… ¡Aquí está! Pero necesitamos una varita.
-No pasa nada, podemos utilizar la rama que cogimos antes -dijo Simmon.
-Muy bien. ¡Gracias Simmon!
-¡A la una, a las dos y a las tres, el candado se abrirá, ya lo ves! -Conjuró Robert. El candado se abrió y entraron, pero había como un campo de fuerza que impedía pasar a Muddle, él se quedó fuera intentando romperlo.
Había unas escaleras hacia abajo y la puerta estaba en el suelo, o sea, que tendría que conducir al sótano. En efecto, abrieron y había muchos trastos, todo estaba lleno de polvo.
-¡Eh, Robert, mira esto! -Robert miró y, como sabía que era Simmon con una careta, no se asustó.
-¡Vamos, se que eres tú! Ya no me asustas -dijo Robert.
-¡Jo, me gustaba más antes cuándo te asustabas! -Dijo Simmon en broma. De repente, se escucharon pasos que venían de la habitación de arriba y descendían hacia el sótano.
-¡Escóndete, Simmon! -Dijo Robert. Y se escondieron detrás de un montón de cajas apiladas.
-¡Quédate ahí, mengajo asqueroso! -Dijo Neferet.
-¡No me hagas nada, por favor!
Y es que resulta que Neferet había encerrado a alguien en el sótano. Encendieron la luz y era un niño.
-¿Cómo te llamas? -Le preguntó Simmon.
-¡Me, me, me llamo Arthur! -Dijo el niño tartamudeando.
-Y ¿qué haces aquí? -Le dijo Robert.
-Nos tiene cautivos, a mí y a mis amigos. Vinimos el día de Halloween a pedir caramelos y desde entonces no nos ha soltado, ni creo que nos suelte. ¡Nos quiere matar!
-Tranquilo, nosotros venimos a ayudar-dijo Robert.
-¡Ah, sí! La planta nos dijo que iba a buscar ayuda.
-¡Ah! ¿Ya la conocéis? ¡Pues ahora se llama Muddle!
-¡Estupendo!
-Bueno, nosotros iremos arriba, tú quédate aquí -dijo Simmon
-¡No! ¡Yo iré con vosotros! ¡No quiero que esa bruja me mate!
-Vale, vendrás con nosotros.
Mientras tanto, Muddle seguía intentando romper el campo de fuerza: tiraba piedras, ramas grandes y pesadas, intentaba traspasarlo haciendo fuerza, pero nada, no funcionaba.
Subieron arriba y como el suelo chirriaba, por poco los pillan, pero se hicieron invisibles con el hechizo que había estado practicando Robert, porque sabía que le iba a ser muy útil. Espiaron a la bruja desde detrás de unas mesas con experimentos en probetas, tubos de ensayo… Y esperaron a las diez de la noche. A esa hora el techo se desplegó y se veía la luna llena. Neferet cogió a uno de los amigos de Arthur y lo sentó con las manos y los pies atados a la silla de madera, la boca también se la tapó. Neferet conjuró un hechizo, y con ayuda de la luz de la luna absorbía la energía del amigo de Arthur. Robert intentó impedirlo echándole un cubo de agua que había, pero lo único que consiguió es que el agua cayera en los cables de la luz y se quedaran a oscuras. Nada la paró, Neferet seguía absorbiendo la energía de su amigo. Neferet parecía una bombilla azul de la luz que desprendía y cada vez se hacía más joven. Arthur estaba tan nervioso que no podía parar de moverse y sin querer tiró todos los experimentos de la mesa. Fue como a cámara lenta.
Robert gritó:
-¡Cuidado Arthur!
Y después Neferet gritó:
-¡No!
Todos los experimentos se mezclaron y formaron una explosión.
Los científicos creyeron que murieron todos pero hubo un superviviente: Yo, Robert Wilson Smith. Y sobre Muddle no se volvió a saber nada; pero entre dos ladrillos quedó una pequeña semilla… ¿Qué pasará el próximo Halloween?…
FIN