Hay quienes consideran, como Robert Schank, que hoy en día, en este mundo que cambia tan rápidamente, no tiene sentido el estudio en el instituto de autores como Cervantes: el conocimiento de obras literarias como El Quijote, dice, es un error, y debería ser sustituido por el estudio de materias como programación o ingeniería medioambiental. Y si bien es cierto que asignaturas como programación tendrían que figurar en los planes de estudio actuales por necesidades obvias de este mundo digital en el que vivimos, también lo es que no podemos renunciar a un acercamiento a obras literarias tan significativas para el ser humano como El Quijote, pues en ellas se contienen precisamente los valores que nos confieren nuestra propia condición humana.

Los conocimientos de programación, o de ingeniería medioambiental, facilitarán sin duda el acceso a un puesto de trabajo, pero el acercamiento a obras literarias del calado de la de Cervantes nos forma como personas y nos transmite una serie de valores insoslayables, además de ofrecernos una belleza sin par, aunque no tanta como la que tenía Dulcinea para el Caballero de la Triste Figura, que se mostró dispuesto a morir antes que reconocer que su amada no era la más bella del planeta:
—Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra. (Capítulo LXIV de la Segunda Parte)

Saber programar es muy útil, no hay duda, y la ingeniería medioambiental puede traer unos beneficios inauditos para la salud y mejora de las condiciones de vida del ser humano. Solo resta saber hacia qué fines se orientará la utilización de estas disciplinas, que bien aplicadas pueden ser maravillosas pero, de lo contrario, pueden ser nefastas. Y si un programador o un ingeniero ambiental han conocido a Don Quijote y aprendido algo de él, de su noción de la justicia, de su necesidad de enderezar tuertos y desfacer agravios, quizá su trabajo se oriente hacia unos fines loables y amables para con el prójimo. Y quizá sepan reconocer, como nuestro querido hidalgo de La Mancha, su propia belleza en la realidad en y con la que trabajan.

En las clases de Lengua y Literatura, si bien se fomenta y potencia el uso de las tecnologías de la información y de la comunicación, también se incentiva el desarrollo de la creatividad y del placer estético. Por ello, tras acercarnos en clase a la obra cervantina a través de una serie de pinturas y de una explicación y comentario de diversos aspectos de la novela (que leímos, en una versión adaptada, el trimestre pasado), algunos alumnos han realizado unos dibujos en los que muestran su visión del personaje. De entre estos dibujos, ofrecemos aquí los seleccionados por D. Alberto Sevilla, nuestro querido profesor de Educación Plástica y Visual.




