Seguimos con el ciclo de Cuentos por Halloween. En esta ocasión, de la mano de Beatriz Gallego Gutiérrez, de 3ºA de ESO, nos sumergimos en un mundo de pesadilla de extrañas apariencias en el que algunos humanos intentan sobrevivir en medio de unas duras y difíciles circunstancias y acosados por unas terribles criaturas…, o eso parece, pero quién sabe…
Pesadilla…
por Beatriz Gallego Gutiérrez
-Mamá te pido perdón, sabes que soy muy impulsiva y no me he controlado.
-Aira, no puedes vivir de perdones y lo sientos. Con 16 años eres suficientemente mayor para asumir tus errores…
Mientras mi madre me da una charla sobre el autocontrol, me siento en el sofá, porque sé que va para largo y me quedo durmiendo.
*
-Aira, corre, no te puedes quedar ahí parada. ¡Están llegando!
-No sé qué hacer, me he bloqueado, la pistola no tiene balas. Tengo que recargarla, Jane.
Rápidamente me tira un cartucho de balas. Cojo la pistola y la recargo. Tengo que ser rápida, porque ellos no tienen piedad. Sí, ellos. Esas personas que se criaron en el bosque desde hace más de cinco generaciones. Tienen poderes sobrenaturales, pueden controlar el aire, el agua, la luna y a las personas. Conocen con la palma de su mano todos los ríos, lagos, montañas y escondites desde esta tierra hasta el horizonte. Ellos se hacen llamar Humus Nocturnus. Nombre que significa suelo nocturno, un juego de palabras, dueños de todo lo que tiene que ver con la Tierra y con la Noche.
Nosotros sin embargo no tenemos poderes, solo somos un pequeño grupo de humanos que intentamos sobrevivir en una tierra extraña, una tierra a la que fuimos enviados para ver si la especie humana podía conseguir poderes y adaptarse a este hábitat. Un hábitat en el que nada es lo que parece, no todo lo bueno es bueno, ni todo lo malo, malo. Puedes ver una flor o una mariposa sin saber que solo con rozarla enfermarás o, lo que es mucho peor, morirás.
Todo es vegetación, agua y nieve. En este lugar solo puedes fiarte de tus instintos, de tus compañeros y de tus armas. Y es que aquí uno no tiene valores ni principios, todo se basa en querer seguir vivo o no.
Cada año vienen dos personas nuevas, un chico y una chica. Los traen con lo último que llevan cuando se acuestan. Por mi experiencia después de tres años, puedo asegurar que al principio no sabes distinguir lo que es real de lo que no; pero al pasar los meses te das cuenta de que debes espabilar y aprender a vivir aquí.
*
Me quedo mirando una mariquita blanca, pura y limpia que se acerca a mí. Solo las puedes ver una vez al año, cuando llegan los transportadores para dejar a los nuevos supervivientes. Como recompensa por haber aguantado un año más, nos dan comida, agua y unas cuantas armas.
Para saber si nos merecemos estos “regalos”, nos hacen pasar por unas pruebas. Tienen que ver si hemos aprendido algo en un año. Hay cuatro pruebas, si no superas una, mueres. No hay más rodeos. Hemos perdido a varios compañeros. Actualmente somos 358 personas, cada año mueren 50. No todos son jóvenes, también hay adultos y viejos.
La primera prueba es intelectual, te preguntan cuántas plantas, animales y Humus Nocturnus has visto, y cómo luchar contra ellos. Todo el mundo pasa la primera prueba.
La segunda es de caza. Tienes que cazar el máximo número de animales, pero de noche. Cuando no sabes si lo que pisas es humano o no, no sabes a qué te enfrentas, si es más fuerte que tú… Vas a ciegas. Aunque esta prueba da mucho miedo, la peor es la tercera.
La tercera prueba consta del dolor emocional que puedes soportar. Contemplas a tu familia (a la que no has vuelto a ver nunca) en las peores condiciones que existen. Los ves llorando de miedo, de tristeza, los ves gritar. Nuestros “jefes”, las personas que nos mandan, se meten en sus cabezas y les vuelven locos durante dos días. Tienen el derecho de hacer lo que quieran con ellos.
En la cuarta prueba tienes que matar a un familiar tuyo.
*
-¡Aira! ¡Aira! ¿Qué haces? -Me grita Jane.
No me he dado cuenta pero me he quedado mirando cómo la mariquita blanca subía por mi bota.
De repente Jane me pega un manotazo para matarla.
-Aira, ¿se te ha olvidado que esas mariquitas son mortales? Tienes que centrarte, dentro de unas horas son las pruebas y tenemos que estar preparadas.
-Sí, sí… No se me olvida que hoy son las pruebas. Solo he recordado por qué vinimos, quiénes nos atacan, lo que es real y lo que no, las pruebas… Cada vez que lo pienso tiene menos sentido.
-Ya, ya lo sé, por eso recomiendan no pensar en esto. Venga vamos, nos están esperando.
*
Después de una hora y media, llego a la cuarta prueba. La de matar a un familiar. Solo de imaginarme a quién me puede tocar me dan escalofríos. Este año es mi prima, Ika, tiene tres años, es un bebé. Me quedo corta cuando digo que estas personas o seres no tienen piedad.
Me dejan en la sala de combate, en frente de una niña indefensa, dulce e inocente. Así que en vez de esperarme a que me den un arma, la cojo yo y me disparo a mí misma.
*
-Mamá, mientras que me dabas la charla, he tenido una pesadilla. Era muy extraña…Estaba en un mundo donde no había humanos, solo seres extraños que querían matarme… Y en el último momento yo tenía que matar a Ika… Ha sido la pesadilla más larga y horrible que he tenido.
-Aira, quién te dice que es una pesadilla y no es la realidad… -dice mi madre mientras me enseña sus dientes afilados.