Como hicimos el curso pasado, volvemos a festejar Halloween con una serie de cuentos escritos por los alumnos para la ocasión. El primero que ofrecemos ha sido escrito por Cayetano Bayona Pacheco, de 3ºA de ESO, y de su argumento nada diremos para que el lector pueda disfrutarlo sin interferencias.
NOCTEM
por Cayetano Bayona Pacheco
DÍA 1
Otra vez volvía a casa después de la academia de inglés un martes y otra vez notaba como si algo o alguien me estuviera persiguiendo, pero no lo podía ver; al llegar al coche donde mi madre me estaba esperando todo volvía a ser normal y no notaba nada.
DÍA 2
Hoy lo he vuelto a notar pero después de las clases de baloncesto, es la primera vez que noto esto después de baloncesto. Me he dado más prisa en llegar al coche y al llegar, como los otros días, todo volvía a ser normal.
DÍA 3
Esta vez lo he notado viniendo del colegio sobre las tres menos cuarto cuando iba andando a casa con mis amigos Tom y Michael, no se me ha ocurrido preguntarles porque pensarían que estoy loco. Al llegar a casa, todo normal.
DÍA 4
Estoy empezando a tener un poco de miedo, después de llegar a casa lo he seguido notando hasta que me he ido a dormir. Pero en mi casa solo estamos mis padres y yo, nadie más (aparte de mi perro, Spyke). Se lo he dicho a mis padres pero me han dicho que seguramente sería mi imaginación…, pero yo lo noto.
DÍA 5
Hoy ha sido en el colegio, en plena clase de teatro, como si algo me estuviera mirando desde el fondo. Se lo he vuelto a decir a mis padres y me van a llevar a un psicólogo.
DÍA 6
Vamos al psicólogo por la tarde; no sé qué decirle ni si me creerá. Seguramente diga que sufro esquizofrenia o algo así.
-Muy bien, Arnold, ¿no? Yo soy la sicóloga Andy pero me puedes llamar And. Muy bien, aquí dice que piensas que alguien te persigue. Vale, dime cómo te sientes cuando te pasa eso.
-Me empiezo a asustar y a tener miedo, cuando vuelvo a casa ya no me pasa nada. Es algo muy raro.
Después la sicóloga se quedó hablando con mis padres. No lo pude oír muy bien pero creo que dijo que necesitaba dormir y era normal en niños de mi edad. También oí que iban a llamar al colegio para que no fuera durante una semana. Esa última me gustaba pero sé que lo que sentía no era por el cansancio.
DÍA 7
Hoy es lunes y no voy a ir al colegio por lo de la sicóloga. He decidido que voy a sacar a Spyke a pasear y así me despejaré.
Spyke estaba tan feliz como siempre cuando lo saco a pasear, estábamos haciendo la misma ruta de todos los días. Todo normal. Pero, de repente, todo el cielo se nubló y me encontré solo en la calle. Spyke había desparecido y no sabía dónde estaba, como en una pesadilla. Al final del camino pude divisar una sombra humana y le iba a pedir ayuda cuando se nubló del todo y no pude ver nada más.
Me desperté en el hospital; estaba en una camilla, mis padres a mi lado y un montón de gente pasando para un lado y para otro con otros pacientes.
-Te encontramos en el suelo cuando paseabas a Spyke. Te habías desmayado- me dijo mi padre.
El médico de urgencias dijo que aún no me podía ir a casa, tendría que pasar la noche en el hospital y mis padres se podrían quedar a hacerme compañía también.
Ya era de noche y mis padres dormían en un sofá que había al lado de mi cama. Todo el hospital estaba en silencio y solo yo estaba despierto. Oí unos ruidos y pensé que era alguna enfermera, a los cinco minutos me volví a dormir. Me desperté otra vez más tarde y nada más abrir los ojos vi una sombra gigante a la que solo se le podían distinguir unos ojos blancos como perlas que me miraban fijamente desde el final del pasillo. Me entró el pánico pero no dije nada por miedo, entonces encendí la luz y ya no había nada. Todos seguían durmiendo y al cabo de pocos minutos me dormí otra vez.
A la mañana siguiente ya me estaban dando el alta para volver a casa a la hora de comer. Al llegar a casa Spyke me recibió con los brazos abiertos y con la correa en la boca, pero no fui yo el que lo sacó a pasear; fue mi padre por si me pasaba lo mismo otra vez.
A lo largo de lo que quedaba de semana todo era normal, sin sombras ni nada, y pensamos que al próximo lunes ya podría ir al colegio.
El lunes fui al colegio y no pasó nada, solo que se produjo un pequeño cambio en mi vida. Decidí dejar mi diario; era muy pesado tener que estar escribiendo ahí cada día. Pero eso no indica que no lo tirara.
Esa misma tarde, después de hacer todos los deberes saqué a pasear a Spyke y conocí a más gente de la urbanización que no sabía ni que vivía aquí. Incluso pasé por una tienda que había por la zona y me compré un atrapasueños. Se estaba haciendo de noche, volví a casa, cené y me fui a la cama. Puse el atrapasueños encima de la mesilla de noche y me fui a dormir. Otra vez me desperté a mitad de la noche y vi la misma sombra del hospital pero a pocos pasos de mi cama. Estaba mirándome con esos ojos blancos sin vida, parecía que no podía acercarse a mí a más de dos metros por el atrapasueños. Cogí el atrapasueños con todas mis fuerzas y no se me ocurrió otra cosa que preguntarle:
-¿Quién eres y qué quieres de mí?
-…
No dijo nada y desapareció. Después de eso no pude dormir en toda la noche.
Al día siguiente cuando iba por el pasillo para decírselo a mis padres algo me puso la zancadilla y me caí. Mire para atrás pero no había nada, volví a mirar para adelante y encontré una nota en el suelo. En ella se distinguía: SHHHHHHHHH… Pasé de eso y entré en la habitación principal pero no había nadie, busqué por toda la casa pero seguía sin haber nadie.
Pensé que se habrían ido a trabajar y a correr, en esos momentos no me sentía bien en casa y decidí sacar a Spyke para relajarme, pero esta vez lo llevé por una ruta distinta. A mitad de camino noté que me estaba volviendo a marear y todo se ponía nubloso y caí al suelo; antes de perder el conocimiento del todo vi una sombra con una capucha negra, un papel y un especie de palo largo, me miró y después se fue corriendo.
Me desperté en una habitación negra con un pasillo y una puerta al final, me dirigí hacia la puerta, la abrí y todo estaba vacío y negro. Entonces apareció la sombra que me había estado acosando todos esos días detrás de mí. Me empujó al vacío y cuando estaba cayendo todos mis recuerdos pasaban por delante de mí. Al caer del todo perdí el conocimiento y me desperté delante de esa sombra, mirándome otra vez. De repente abrió su enorme boca y una sombra salió de ella y se metió en mí, condenándome a ser yo una sombra y hacer su trabajo para que ella fuera libre.
Desde ese momento sigo a la gente por la calle como si fuera su sombra pero sin que me vean, o los miro cómo duermen desde encima, en el techo de la habitación. Porque los monstruos de la noche no se esconden debajo de la cama; no, a ellos les gusta que los veas bien, así que te miran desde la puerta o están encima de ti.
FIN