Los estudiantes de 1º y 2º de Bachillerato del Colegio San José y yo, su profesor de Lengua, tuvimos el placer de asistir ayer a la representación de El triciclo, una obra de Fernando Arrabal, dirigida por Gelen Marín y ofrecida por la Compañía Art-Efímera en el Teatro Circo.
Tras las dos primeras horas de clase, nos marchamos en tranvía hasta la Plaza Circular, desde donde caminamos alegres hasta el teatro, bajo una bella mañana de sol y viento. Antes de entrar disfrutamos de unos minutos de tranquilidad en una terraza mientras se hacía la hora de inicio y, como llegamos los primeros, nos sentamos al borde del escenario, pues la obra se representó en la sala pequeña de la Planta -1, una sala donde hay una mayor cercanía e intimidad entre personajes y público, en la que ni siquiera son necesarios los micrófonos.
El comportamiento de los alumnos de nuestro colegio, así como el de los alumnos de los otros centros que asistieron, fue ejemplar, tanto durante la representación como después de esta, cuando se abrió un coloquio entre la directora, los actores y el público en el que los estudiantes y los profesores hicieron preguntas a aquellos acerca de diversos aspectos de la obra, del significado de determinados objetos y acontecimientos, sobre el carácter de los personajes, la elección de la escenografía y la puesta en escena… Una charla, sin duda, animada y fructífera que puso de manifiesto el interés que la obra suscitó en el auditorio, que no quedó en absoluto indiferente.
Y es que la obra plantea, desde la estética del absurdo, una serie de cuestiones relevantes para el ser humano: las relaciones de poder, la marginalidad social en relación con las desigualdades económicas y de clase, el crimen y el relativismo moral, la hipocresía, la soledad, el hastío, la incomprensión del otro, el materialismo (en la primera acepción que ofrece el DLE), la ausencia de esperanza, la fatalidad, la pena capital, la contradicción humana… Una obra que, a pesar de contar ya con más de medio siglo, sigue teniendo una vigencia apabullante. En el coloquio se puso de manifiesto que este denominado “Primer Teatro Ingenuo” de Fernando Arrabal, más allá de las apariencias, no es tan ingenuo.
Tras agotar el tiempo de las preguntas, salimos del teatro y nos sumergimos de nuevo en la realidad.