El pasado día 29 de Marzo, nuestros alumnos del Colegio San José visitaron el Museo de Bellas Artes de Murcia.
El museo, un poco de historia
El Museo de Bellas Artes de Murcia fue fundado en 1850-60. El edificio exterior no ha sido modificado desde entonces, mientras que el interior fue restaurado en 2005. Anterior al edificio, y en este mismo lugar, estaba el Convento de la Trinidad. El museo conserva, investiga, divulga y exhibe obras de arte.
Es una de las instituciones con más arraigo de nuestra Región. Su origen se halla vinculado a la Comisión Provincial de Monumentos de Murcia (1844), cuyos trabajos de preservación y conservación del patrimonio en aras de la instauración de un Museo Provincial se materializan en 1864. Es en este año cuando se crea el Museo Provincial de Pintura y Escultura, al cual, más tarde, se le agrega la Sección de Arqueología.
El Museo, inaugurado en 1910, es obra del arquitecto Pedro Cerdán Martínez, quien plasma las premisas del eclecticismo arquitectónico. Posteriormente será reformado por arquitectos como Pedro Sanmartín Moro (1973-1975) y Manuel Cuadrado Isasa (1998-2000).
En la actualidad el MUBAM desarrolla un programa basado en la historia de los estilos y la cronología de la colección expuesta, atendiendo a una exhibición de planteamiento didáctico y cuyo fin último es el acercamiento de las obras a los visitantes.
Por otro lado, los otros fines del Museo, como la conservación, adquisición, investigación y difusión han estado garantizados desde antiguo. Ello viene demostrado por hechos como la publicación del Boletín del Museo Provincial de Murcia, la creación de la Biblioteca de la Comisión P. De Monumentos, con joyas como las ediciones del Vitrubio del S. XVIII, o las Comedias de Leandro Fernández de Moratín (ed. S. XVIII), así como otros volúmenes de los siglos XVII al S. XIX.
Respecto a las adquisiciones del Museo hay que referir la capacidad de, primero, la Comisión Provincial de Monumentos y, después la Junta de Patronato, que propiciaron diferentes donaciones, compras y depósitos en los primeros años.
Obras como El martirio de S. Agapito de Palestrina de Odazzi, el Retrato de D. Javier Fuentes y Ponte de Federico de Madrazo o la colección de tablas de Carlos de Haes, corroboran la importancia del Museo que durante décadas promovió la protección y conservación del patrimonio. Destacadas instituciones museísticas ceden, a su vez, obras de arte, tal es el caso del Museo Nacional del Prado que deposita importantes fondos pictóricos desde mediados del siglo XIX o el Museo de Bellas Artes de Valencia. También cuenta con diferentes colecciones pictóricas de los siglos XVI al XIX adscritas a la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.
Todo ello en aras de la difusión, protección y fomento de nuestro patrimonio histórico.
SALA I: RENACIMIENTO Y BARROCO
Si el Renacimiento se configura como uno de los momentos plásticos más importantes de la Historia del Arte, este momento tiene en Murcia una notoria representación con figuras como Jacobo Florentino y Jerónimo Quijano, quienes en la Catedral de Murcia yuxtaponen influencias italianas y levantinas.
Hernando Llano de Almedina, del ámbito leonardesco, Juan de Vitoria y Joan de Joanes tienen su lugar en esta sala; a la vez que a inicios del siglo XVII destaca la personalidad de Pedro de Orrente, que influido por la pintura veneciana y de los Bassano dará a sus obras registros del primer barroco.
SALA II: MURCIA EN EL SIGLO XVII
Mateo Gilarte, Lorenzo Suárez y Nicolás de Villacis son algunos de los artistas más destacados de la Murcia del siglo XVII. Si el siglo lo inicia Pedro de Orrente, continúa con una notable generación de artífices y obradores.
A parte de la serie narrativa de Pasajes Evangélicos, del obrador de Pedro de Orrente, en esta sala también se exhibe el conjunto pictórico que Nicolás de Villacis realizara para el Convento de la Trinidad, sobre cuyo solar se ubica hoy el Museo. Tiene un puesto significativo la obra de Gilarte “Virgen María” y “Buen Pastor”, junto a “Nacimiento de la Virgen María” -ésta última forma parte de los fondos del Museo Nacional del Prado- y que se dispone frente a “San Francisco de Borja”, obra que el francés Nicolás de Bussy realizaría para la Iglesia de los Jesuitas de Murcia.
SALA III: LA PINTURA DEL SIGLO DE ORO ESPAÑOL
Muchos artistas españoles viajaron a Italia, donde aprenden y estudian el “nuevo estilo”.
Francisco de Ribera (1561-16529) fue el primer artista que lo hizo. ÉL conoció muy de cerca el estilo “tenebrista” de Caravaggio, que se distingue por el uso extremo del claroscuro y por un pronunciado naturalismo.
Su obra “San Jerónimo escriturario” nos muestra un fuerte contraste entre el fondo y la figura, de esta forma, la figura del santo destaca sobremanera. San Jerónimo es mostrado como un hombre viejo, demacrado y malhumorado, como el ermitaño que realmente era.
B.E. Murillo (1617-1682) fue el primer pintor que mejor adaptó los cambios estilísticos barrocos a la sensibilidad católica española. En todas sus obreras podemos apreciar como relata de forma muy suave momentos críticos de la vida de Jesús, como el “Ecce Homo” o “ EL Crucificado”. La aplicación de una gama cromática más amplia y de colores más vivos es otra de las grandes contribuciones de la pintura italiana, que está representada en “El primado de S. Pedro” y “Jesús en Emaus”
La pintura del Siglo de Oro Español abarca tanto a las grandes obras maestras del arte como a aquéllas que se realizaran en talleres y escuelas, por artífices y obradores del siglo XVII. Así, esta sala se configura por obras de ambos tipos: desde los lienzos “Primado de San Pedro” o “Desaparición de Jesús en Emaús”, serie anónima de interesante factura, hasta “Santa Catalina de Alejandría” de Bartolomeo Cavarozzi o “El tributo de la moneda” atribuida a un Lucas Jordán de registros venecianos, sin olvidar los lienzos del obrador de Zurbarán, de José Antolínez y Saraba, de Juan Valdés Lealo de Bartolomé Esteban Murillo.
Por último, habría que destacar la presencia de “San Jerónimo,
escriturario”, vinculado a la génesis y nacimiento del Museo, y considerado como una de sus grandes obras maestras, es un lienzo siempre atribuido a José de Ribera.
SALA IV: DIVERSAS VARIEDADES ARTÍSTICAS
Espacio dedicado a diversas manifestaciones artísticas como las artes decorativas (vidrio y cerámica), ediciones de libros antiguos, cobres de imprenta, estampas religiosas en papel…de los siglos XVI al XVIII. Asimismo, los grabados de Piranesi, las grandes vistas arquitectónicas que plasman ruinas de la Antigüedad Clásica, la pintura mitológica, el paisaje y una naturaleza muerta de Daniel Seghers conforman uno de los espacios más sugestivos del Museo, recreando un gabinete de erudito de la época.
SALA V: EL SIGLO XVIII
El siglo XVIII se considera el momento de máximo esplendor del arte murciano. La singular y extraordinaria presencia de Francisco Salzillo y su obra eclipsa el panorama en el resto de las artes. Salvo el caso de A. Ginés de Aguirre, la pintura del siglo XVIII
sólo va a destacar por autores como Pedro Camacho Felices y Lorenzo Vila, prolongándose un estilo ya desgastado pero recurrente en efectos de virtuosismo dramático. Obras como las distintas series pictóricas de Joaquín Campos o José Muñoz y Frías proporcionan un repertorio de estereotipos, mientras se exhiben lienzos ajenos al panorama murciano y de extraordinaria factura, como “Martirio de San Agapito de Palestrina” del italiano Giovanni Odazzi, comprada en la Testamentaría del Obispo de Jaca en el siglo XIX; y una “Inmaculada Concepción” de Mariano Salvador Maella, depositada, junto a otras obras, por un coleccionista privado.
En España reinan los Borbones. Francisco de Goya nace en 1748, Salzillo en 1707. Con Salzillo (1707.1783) comienza una importante escuela de escultura que se asienta en Murcia y que deviene en centro irradiados de cultura por muchos años. La temática de esta escuela murciana de escultura es manifiestamente cristiana, realizando tratamientos muy expresivos de rostros y manos para “tocar” la sensibilidad cristiana y el corazón de creyente.
La misma temática aborda la pintura, siendo la iglesia el principal mecenas y comprador de obras de arte. El estilo de estas obras de arte está inspirado en las obras barrocas, sin embargo, no están a su altura, siendo menos dinámicas y menos novedosas.
SALA VI: GRANDES MANIFESTACIONES PICTÓRICAS DEL SIGLO XIX
Dedicada a las grandes manifestaciones pictóricas del siglo XIX, dentro del marco de la pintura academicista, el retrato, la pintura de historia y de tema literario se plasman en las obras de José Pascual y Valls, Rafael Tegeo, Germán Hernández Amores, Juan Martínez Pozo o Domingo Valdivieso.
Obras que se erigen como las más genuinas representaciones de estos artistas murcianos, formados en la Academia y por medio de becas en París, Madrid y Roma, y que trabajarán en su tierra legándonos este corpus pictórico.
La edad moderna comienza con la moda de los retratos para lugares importantes, como el Parlamento, una biblioteca o un Museo. De esta manera, comienza una moda del retrato que se extenderá desde las altas esferas políticas hasta los nuevos núcleos burgueses.
Dos aspectos llaman la atención en los primeros años del siglo XIX: el primero es la clara influencia que ejerce la literatura en la pintura; el segundo aspecto es el interés que despierta en los artistas los antiguos modos de vida, sobre todo la Edad Media, sus ruinas y leyendas.
SALA VII: COSTUMBRISMO Y REGIONALISMO
El Costumbrismo y Regionalismo son dos fenómenos artísticos y literarios de diferente incidencia e importancia en el ámbito general de las artes plásticas y visuales. Si el Costumbrismo halla su camino a través de la plasmación de todo aquello que emparentaba con la anécdota y con la alegría superficial de lo doméstico, el Regionalismo se alza como un enfoque más profundo y menos trivial de esa cotidianeidad. Como autores destacan José María Sobejano, Manuel Pícolo, José María Alarcón en el costumbrismo; Antonio Gil Montejano e Inocencio Medina Vera en la corriente regionalista.
Hay que hacer mención a parte a la escultura “Redil de ovejas” de Mariano Benlliure, depósito del Museo de Bellas Artes de Valencia; “Estudio para el dos de mayo” de Joaquín Sorolla y “Gitana de la naranja” de Julio Romero de Torres.
Durante los últimos años del siglo XIX se sucedieron diferentes campos políticos y sociales. Con la aparición de las Vanguardias Históricas el arte cambió radicalmente, guiando su futuro hacia la abstracción. Sin embargo, siguen habiendo manifestaciones de arte convencional, pinturas decorativas, paisajes y temas adaptados a los nuevos gustos burgueses.
SALA VIII: SALA DE LAS ALEGORÍAS
Denominada “Sala de las Alegorías”, este espacio se reserva a la pintura decorativa y al paisaje, uno de los géneros más relevantes del siglo XIX.
Las pinturas de Carlos de Haes e Ignacio Pinazo se unen a los lienzos de Manuel Wssel de Guimbarda, Obdulio Miralles o Inocencio Medina Vera. También pueden contemplarse algunos bocetos para la decoración del techo del Teatro Romea, como el de Federico Mauricio Ramos, así como las composiciones de flores de Pedro Sánchez Picazo.Por último, se exhibe una parte de un pavimento cerámico del primer tercio del XIX, que forma conjunto con una solería valenciana y cuyos motivos decorativos se inspiran en las cuatro estaciones y en Apolo, y la escultura en mármol de “La bañista”, obra del italiano Odoardo Tabacchi.
Agradecimiento a Sonia Varó Franco y Patricia Navarro Ferréz que recorrieron con nuestros alumnos las distintas salas de este emblemático Museo de Las Artes de Murcia.
Destacar el ejemplar comportamiento de nuestros alumnos a lo largo de la visita que al terminar los felicitaron por ser uno se los mejores colegios que habían seguido la explicación de las monitoras con un excesivo interés escuchando todas la explicaciones que estaban dando en cada momento de los cuadros que visitaban en cada sala.
Las profesoras que acompañaron a nuestros fueron: Laura Cánovas, Inmaculada Hdez. Gil y Margarita Albaladejo Nicolás.