Trabajamos con adolescente, y, aunque parezca trabajo fácil, no lo es en absoluto. Somos profesores dedicados a enseñar, escuchar, aconsejar y estar ahí para lo que ellos necesiten. Todos los profesores trabajamos en esta tarea común, pero quiero hacer un pequeño homenaje a los tutores y a las tutoras que, además de ser profesores, nos dedicamos a asegurar que tanto nuestros alumnos como sus padres estén tranquilos.
Cada año a los tutores se nos asigna un grupo de alumnos, del que vamos a ser guía y refugio. Nos transformamos en las personas más importantes para ellos a nivel escolar y eso, creedme, lleva consigo una gran responsabilidad. Pasamos a tener una familia numerosa por la que nos desvivimos y con la que sufrimos en caso de fracaso. Se convierten en nuestros “hijos”, suena raro, pero en parte es así.
Recuerdo la primera vez que se confió en mí para llevar a cabo esa labor. Madre mía… Aún me tiemblan las piernas. Estaba más asustada que ellos y solamente eran niños de 1º de E.S.O., pero todo fue como la seda. Un buen grupo y unos padres y madres entregados a la educación de sus hijos me dieron la oportunidad de trabajar en el mejor de los ambientes. Después han pasado otras, no mejores ni peores, pero sí diferentes, de las que me quedo con algo, como les pasa al resto de mis compañeros.
Ahora, tras el paso de algunos años, he alcanzado la madurez, como nuestros alumnos, y las piernas me tiemblan menos, pero la razón no es otra que querer hacer bien el trabajo que se nos encomienda. Por eso, todavía recuerdo cuando mi director de bachiller me confió la labor de coger a los chavales de primero de bachiller y a mí, que me gustan los retos, pensé: ¿Porqué no? Seguro que esto es más fácil, la edad del pavo se les ha pasado y seguro que me encuentro con un grupo muy seguro de sí mismo porque ya están en bachiller.
Lo primero de todo es que ellos nos eligen, porque nuestro bachillerato es privado, y lo hacen porque confían en nosotros, ya que nos conocen de años anteriores y consideran que somos una buena opción, y esto hace que tengamos que cumplir sus expectativas, algo que es un reto para todo el equipo de profesores, y en ello ponemos nuestro máximo empeño.
¿Y qué es lo que me encontré? Una pequeña familia a la que a lo largo del curso se le han ido incorporando miembros que se han integrado en este maravilloso grupo. Han tenido muchas dudas sobre el futuro, sobre el desarrollo del curso, sobre las notas, sobre los exámenes y, por qué no decirlo, sobre la vida. He tenido que ejercer de profesora ante todo, de paño de lagrimas, de consejera, de martirizadora…, de todo un poco, con una sola finalidad: sacar la familia adelante. Ellos se han tenido que enfrentar a sus dudas, a sus miedos, han aprendido a resolver conflictos que parecían no tener solución, lo que muestra que han madurado en el proceso. Y como en todas las familias pasa, habrá éxitos y fracasos pero ellos siempre me tendrán ahí, como toda buena madre que espera que sus hijos la visiten. Eso es lo que yo espero de ellos.
Siempre os he dado el mismo consejo: ¿Dónde os veis dentro de diez años? Siempre os digo: pensad en el lugar, el momento, la profesión que os haga feliz y ese es el lugar donde estaréis dentro de 10 años. Para mí, como dicen las madres, “siempre seréis mis chicos y chicas de primero de bachiller”. Os deseo lo mejor en cada uno de los pasos que vayáis a dar en vuestra vida, y nos vemos, chic@s.
Mª José Sánchez Gómez
Tutora de 1º Bachiller