Llega un nuevo relato a este ciclo de Cuentos por Halloween, una narración de Mireia Fuentes Quereda, de 3ºA de ESO, en la que asistimos al periplo de una chica del que aquí nada diremos para que el lector pueda disfrutar del transcurso de la historia…
Un viaje en Halloween
por Mireia Fuentes Quereda
Estaba muy entusiasmada, por fin iba a ver a mi primo después de tres meses. Desde pequeños estamos muy unidos, pero decidió irse a Sevilla para estudiar en la universidad. Cuando me dijo mi madre que nos íbamos no me lo creía, ya que tenia vacaciones por ser halloween, decidió que fuéramos a visitarle.
Salimos al día siguiente, me hice la maleta rápidamente y solo eché lo necesario. Mi madre reservó una habitación de hotel porque en el piso donde vivía mi primo era muy pequeño y además lo compartía con dos estudiantes.
Partimos desde Murcia hacia Sevilla a las nueve de la mañana y llegamos sobre las dos del mediodía, tuvimos que poner el navegador porque no sabíamos llegar al hotel y nos perdimos unas tres veces. Cuando llegamos a recepción para pedir la llave del hotel, nos comunicó una chica que nuestra reserva no se encontraba en el ordenador, estuvimos por lo menos dos horas esperando a ver qué había pasado, hasta que llegó el encargado y al minuto nos dio la llave, se disculpó y nos explicó que la recepcionista era nueva y todavía tenía que aprender a manejar el ordenador. El día no estaba yendo muy bien, así que decidí darme una ducha y después llamé a mi primo para decirle que ya estábamos en Sevilla.
Esa misma noche era Halloween y mi plan era quedarme en la habitación viendo películas de miedo o salir a tomar algo con mi madre, pero mi primo me invitó a salir con él y con su grupo de amigos y, claramente, acepté, ese plan era muchísimo mejor que el mío.
Tenía una hora para pintarme, vestirme y decidir lo que me iba a poner, no tenía pensado disfrazarme, entonces no me eché en la maleta ningún disfraz, así que rompí unos pantalones negros y una camiseta negra, me puse unos botines y me pinté los ojos muy negros con una base blanca, quedó mejor de lo que pensaba.
Mi primo pasó a recogerme en su coche e iban montados dos amigos suyos, uno me miró de arriba abajo y ni me saludó, llevaba puesta una máscara con lo cual no pude verle la cara, era muy escalofriante y realmente daba miedo. El otro iba vestido de vampiro con una capa larga y con un maquillaje espeluznante, parecía como si se le hubiera desprendido la piel de media cara. Mi primo me presentó a los dos amigos, el “vampiro” se llamaba Jake y el “enmascarado” se llamaba Darwin, tenía un nombre interesante pero también muy extraño, como su aspecto. Se me hizo eterno el camino, hasta que llegamos a un parque donde había muchísimas personas disfrazadas y el ambiente estaba raro, algo me decía que no iba a ir bien la noche…
Decidí no beber por lo que pudiera pasar, se me acercaron tres chicos del grupo de mi primo e intentaron cogerme y acercarse más de la cuenta, iban ebrios y empezaron a decirme cosas y a tocarme, en ese momento comencé a buscar a mi primo con la mirada y no lo encontraba, estaba muy agobiada y grité hasta que lo vi riéndose de la situación, fui directa hacia él, le pegué un guantazo y empezamos a discutir, de repente se fue del parque y me dejó tirada sabiendo que yo no podía regresar al hotel y ni siquiera sabía dónde me encontraba. Me vi sola, rodeada de gente disfrazada, no conocía a nadie e intenté recordar cómo volver. Miré mi teléfono y llamé a mi madre, justo cuando dio un tono se me apagó y no lo pude encender otra vez, en ese momento sentí muchísimo miedo, estaba muy agobiada y solo tenía ganas de llorar y de gritar, estaba deseando que se acabara la noche. Todavía tenía la esperanza de que volviese mi primo para llevarme de vuelta al hotel.
De repente, me cogió alguien por detrás y mi corazón se puso a mil, pegué un grito y me giré, hasta que me di cuenta de que era Darwin, el chico del coche, de cerca era más horripilante aún y un poco intimidante al llevar la máscara.
Darwin se ofreció a llevarme de vuelta al hotel, al principio le contesté que no porque era un desconocido pero, ¿qué otra opción me quedaba? Finalmente acepté y me monté en su coche.
Le pregunté por qué no se quitaba la máscara, ya que la noche de Halloween había terminado, y no me contestó. Hablé durante el trayecto dos veces con él y seguía insistiendo en que no se quería quitar la máscara, cada vez estaba más incómoda e inquieta y su voz no era nada tranquilizante, era muy grave y siempre que hablaba se producía un eco.
Llevábamos diez minutos montados en el coche y no me sonaba nada el camino, hasta que nos metimos por un descampado muy oscuro en el que no se veía nada. La noche no podría ir peor.
Inesperadamente se paró el coche y vi en frente un cementerio abandonado, con las paredes derruidas, una puerta gigante con los barrotes doblados y las cruces de las lapidas del revés. En ese momento me quedé quieta y no quería moverme, hasta que mis propios nervios hablaron por mí y le pregunté por qué estábamos en ese sitio.
Cuando le hice la pregunta, le salió una carcajada y observé que tenía los dientes muy afilados. Se quitó la máscara y tenía la cara quemada, los ojos se le volvieron blancos y no tenía nariz, entonces me dijo con una sonrisa y con su voz escalofriante «BIENVENIDA A MI CASA», en ese momento me cogió de los brazos…
Escuché a mi madre decir mi nombre, me desperté sudada y en la habitación del hotel. Todo fue un desagradable y molesto sueño.