Continuamos el ciclo de Halloween con otro relato de terror titulado El regalo maldito, escrito por Marta Fernández Ballester, de 3ºC de ESO, un cuento sobre un regalo que, como pasaba en El regalo maligno de Alejandro, va a causar graves problemas a una niña…
EL REGALO MALDITO
por Marta Fernández Ballester
Hola, mi nombre es Matilde y hoy vengo aquí para contaros mi experiencia con un regalo que le hicieron a mi hija por su cumpleaños.
Era el día que cumplía siete años, como todos los años el día de su cumpleaños la despertaba temprano para disfrutar al máximo, lo primero que hice fue darle su regalo, le preparé su desayuno favorito.
Su padre no estaba en casa, por motivos de trabajo siempre estaba viajando, no era la primera vez que se perdía el cumpleaños de Emily.
Después de un rico desayuno, fuimos a comprar todo lo necesario para la fiesta de Emily. Habíamos invitado a un gran número de amigos; no teníamos suficiente espacio en casa, por lo que decidimos celebrarlo en el parque de al lado.
Todo estaba preparado, los primeros invitados comenzaron a llegar, Emily estaba muy contenta. La fiesta fue marchando genial, todos se lo estaban pasando muy bien, llegó el momento de entregar los regalos, cada niño le dio su regalo, pero sobró uno: una caja misteriosa que no era de nadie. Emily la abrió, era una preciosa muñeca de ojos grandes, claros, y con un brillo extraño, a Emily le gustó tanto que se pasó todo lo que quedaba de día jugando con ella. A mí no me cuadraba la situación, no sabía cómo había llegado esa muñeca tan extraña ahí, no entendía nada.
Al llegar la noche y ya en casa, mientras preparaba el baño, escuché cómo Emily hablaba sola, no le di importancia, estaba jugando. En la cena hablamos de lo bien que nos lo pasamos, que le encantaba su regalo sorpresa, decía que le gustaba mucho hablar con ella y también que le pedía que hiciera cosas. Yo le pregunté qué tipo de cosas, miró a la muñeca y me dijo que era un secreto.
A la mañana siguiente Emily fue al colegio como de costumbre, yo regresé a la casa y sentí un cambio de temperatura brutal y pensé: “¿Me habré dejado el aire acondicionado puesto?”. Fui al comedor y no estaba puesto. “¡Que extraño!”, pensé.
Fui a ordenar la habitación de Emily. Mientras lo hacía sentía que alguien me estaba mirando, me giré y la vi a ella, me estaba mirando, parecía que estaba viva. La puse en una esquina mirando hacia la pared, fui a la cocina a desayunar, el cajón de los cuchillos estaba medio abierto, me giré y la vi. Estaba inerte pero con un cuchillo en la mano. No entendía qué pasaba, la cogí y la metí en una caja dentro del armario.
Fui a por Emily al colegio, llegué a casa, terminé de hacer la comida y escuché a Emily gritar. ¡La muñeca había salido del armario! Fui corriendo a ver qué pasaba, y le pregunté: “¿La has sacado tú?”, y me dijo que no. Estaba donde la había dejado esa mañana.
En ese momento fui consciente de que algo no iba bien. Llegó la hora de dormir y esperé despierta a que Emily se durmiera para coger esa maldita muñeca y tirarla a la basura. Cuando fui a su cuarto a la mañana siguiente, estaba allí de nuevo…, pero mi hija no.